Comprar, viajar o ahorrar. Qué hacemos con la plata en 2015
Este año promete ser movido. Fondos buitres, dólar, reservas, inflación, devaluación, default; todo lo mismo que el año pasado con un agregado clave: las elecciones presidenciales. Este combo, que se puede sintetizar en apenas dos palabras, “alta incertidumbre”, nos obliga a estar más atentos que nunca a la hora de tomar decisiones respecto de nuestro dinero. Tanto de decisiones de consumo como de ahorro o inversión. ¿Es un buen año para viajar o mejor ampliar la casa? ¿Conviene aprovechar los planes pro-consumo como el “Ahora 12” o el nuevo “Renováte” para comprar tecnología y cambiar todos los electrodomésticos o mejor guardar el dinero para tener un colchón de emergencia? ¿Cuotas sin interés o dólares para salir ganando si finalmente explota todo?
La respuesta a cada una de estas preguntas dependen, en definitiva, de la situación económica personal o familiar de cada uno. Pero, para responderlas mejor, conviene tener claro el panorama. Veamos:
- Dólar barato, técnicamente “atraso cambiario”: existe la percepción, fundada, de que el dólar está barato porque la inflación sube mucho más rápido que el precio del billete. Estamos hablando del dólar oficial, que no se consigue tan fácilmente pero es el que rige si uno quiere viajar, más un recargo de 35%, o ahorrar, caso en el que el recargo es de 20%; (en ambos casos deducibles del impuesto a las Ganancias, es decir que te lo devuelven si estás en relación de dependencia). Esta situación de atraso del dólar respecto del resto de los precios hace que viajar, por ejemplo, sea más accesible. Particularmente si se puede pagar en pesos y en cuotas. Pero, al mismo tiempo, también hace que sea una oportunidad de atesorar billetes o invertir en bienes que cotizan en dólares precisamente porque está barato. Y lo que hoy es barato, mañana puede subir. Y todo hace pensar que puede subir bastante. Lo que nos lleva al siguiente punto:
- Posible devaluación: una economía con un tipo de cambio atrasado o dólar barato no es sostenible en el tiempo (abundan los ejemplos históricos recientes). Esto alimenta la expectativa de que más temprano que tarde se va a producir una devaluación, seguramente medida ineludible para el próximo Gobierno. Pero, como se trata de un año electoral, también se espera que este Gobierno trate de mantener el dólar lo más quieto posible, tanto el oficial como el paralelo. Esto hace que exista una ventana de oportunidad tanto para consumos en dólares (“es ahora o nunca”) como para inversiones a más de un año de plazo. En este “mientras tanto”, es cuando hay que tener muy en cuenta la inflación si lo que estamos buscando es ahorrar.
- Inflación: ahorrar en dólares con miras de corto plazo puede ser una trampa porque el ritmo de devaluación seguramente no acompañará la inflación al menos hasta las elecciones, con lo cual también en dólares se podría perder poder adquisitivo. Si se trata de mantener el valor de los ahorros con vistas a octubre o diciembre, vale analizar la tasa de los plazos fijos o fondos comunes de inversión. Los que tengan más ganas de involucrarse y correr algo de riesgo, podrían animarse a algún tipo de inversión bursátil (bonos o acciones). Pero siempre bien asesorados, ésa es la clave.
- Menos ingresos: si la balanza, en cambio, se inclina por consumir y aprovechar a gastar en lo que probablemente más adelante “será muy caro”, lo que se debe tener muy presente es que, igual que el año pasado, es probable que el aumento de ingresos no compense la inflación. La famosa caída del salario real. Lo mismo podría pasar el próximo año. Con eso en vista, la decisión de consumo (o no) debe corresponderse con un análisis realista que prevea contingencias.Aprovechar las cuotas sin interés puede ser muy conveniente si dentro de seis meses vamos a poder pagarlas. La idea es evitar gastar hoy lo que podemos necesitar mañana.
- Deudas pendientes: si existe un resto, puede ser buena idea cancelar anticipadamente deudas, incluso en pesos, si existe la posibilidad de que en los próximos meses puedan surgir dificultades, lo cual libera recursos futuros ya que es probable que si ese dinero queda disponible, la tentación de gastarlo y aludir al famoso “Dios proveerá” sea mayor. Siempre es bueno no tener deudas. Sin embargo, si no hay un horizonte problemático, la tasa de interés está por debajo de la inflación y, sobre todo, por debajo del nivel de aumento real de los ingresos este año y tal vez el próximo, entonces técnicamente conviene no apurarse a cancelar. Mejor invertir ese dinero.
En cualquiera de los puntos que se haga foco y cualquiera sea la situación económica hoy, lo importante e imprescindible es tener en cuenta que la economía del próximo año va a ser muy diferente a la actual. Y el gran problema es que no sabemos exactamente en qué se van a diferenciar tanto.