Cuatro simples pasos para sanear tu economía

Por más inteligentes que seamos para comprar y administrar nuestros dinerillos, muchas veces nos cuesta ponernos a ahorrar y organizar bien las finanzas para alcanzar nuestros verdaderos objetivos económicos. Ni hablar si estamos ajustadas o al borde de la quiebra. Para que solucionar tus problemas te resulte más fácil, te armamos esta guía.

Suena aburrido y muy poco pasional pero la verdad es que, cuando hablamos de dinero, nada se logra si antes no se lo piensa detenidamente. Vivir al día, sin priorizar gastos y sin contar con un horizonte de mediano y largo plazo te llevará, indefectiblemente, al caos financiero. Y nunca a tener tu propia casa, comprarte el auto que te gusta o incluso a pagarte el viaje de tus sueños. En definitiva, planificar es acostumbrarte a organizarte, igual que lo hacés cuando querés algo puntual, como comprarte ese tapadito divinooo (y carísimo, por supuesto) o LA cartera que te va a solucionar la vida. Está comprobado que la mayoría de las personas alcanzamos un buen nivel de disciplina económica en pos de un objetivo inmediato o casi. Sin embargo, nos cuesta perpetuar esa conducta en el tiempo. Es como hacer dieta. Lo soportamos un par de semanas, incluso meses, pero cambiar de hábitos es ya es otro tema. Pues bien, de lo que hablamos acá es de modificar permanentemente nuestra conducta y tener claro cuáles son nuestros objetivos de corto, mediano y largo plazo; qué gastos son imprescindibles y, sobre todo, a qué aspiraciones no estamos dispuestas a renunciar. A partir de ahí, es cuestión de actuar en consecuencia.

Si no es la base de la fortuna, el ahorro es al menos la base de una economía ordenada. El secreto es empezar cuánto antes. Cualquiera sea el monto que puedas ahorrar, invertido en la más básica de las herramientas que es el plazo fijo, puede convertirse en una segunda jubilación si te avivás a tiempo (antes de los 40!!). Si no, la sana costumbre de todas maneras te ayudará a tener más recursos disponibles. Pero ¿cuánto hay que ahorrar para que sirva para algo? La primera respuesta es “lo que sea, sirve”. Elaborando un poco más, te podemos decir que normalmente se considera que separar entre 10 y 20 por ciento de tus ingresos mensuales debería implicar un nivel aceptable de ahorro acorde a tus posibilidades. Claro que si el nivel de ingresos es relativamente alto, esa cifras se deberían incrementar. Definir un porcentaje y no una suma fijar es importante si tus ingresos son variables, así no quedás ahorcada cuando éstos son bajos ni gastás de más cuando son más altos. Igual de importante es que las pautas de ahorro sean consistentes con tu personalidad y estilo de vida para que puedas sostener el hábito en el tiempo y no se transforme en un sacrificio cada vez más difícil de sobrellevar.

No hay nada peor que hacer trámites en el banco, estamos de acuerdo. Pero, si vas a vivir integrada económicamente a la sociedad, está bueno que aprendas a lidiar con ellos e, incluso, a beneficiarte de su existencia. Para eso, es importante que tengas presente algunas cuestiones básicas. Lo fundamental es conocer la diferencia entre cuentas. Una caja de ahorro no es lo mismo que una cuenta corriente, no tiene los mismos usos ni los mismos costos. La famosa cuenta sueldo es gratis y, en general, el banco donde te pagan te bonifica otras cuentas y tarjetas de crédito. Atención: sólo usá lo que de verdad necesites y conozcas bien. Si no, vas a pagar costos innecesarios y correr riesgo también innecesarios. Esto es, no pidas la chequera de la cuenta corriente si no tenés ni idea cómo se hace un cheque. Puede que algún día uses alguno y, ante la falta de costumbre, te olvides de cubrirlo y entres así en la lista negra de las finanzas. Las tarjetas, de crédito y débito, son tus aliadas si las usás bien. La primera puede ayudarte a ahorrar (a veces) y pagando con la segunda te ahorrás impuestos (5% de IVA).

Esto es lo primero que hay que hacer pero, como suena complejo, lo dejamos para el final así no te desalentabas apenas empezabas a leer. La idea es saber en qué situación estás, es decir, cuánto dinero tenés en efectivo o bienes, y cuánto debés. Es lo que se llama calcular los famosos activos y pasivos, para saber cuál es tu “patrimonio neto”, léase, la realidad de tus cuentas. ¿Cómo se hace?
1-. Hacé una lista de todos tus bienes, como la casa, el auto, plazo fijo si tenés, todo lo de valor. Ponélos en pesos o dólares, esos son tus activos.
2 -. Hacé otra lista igual pero con todo lo que debés, por ejemplo, un promedio del saldo de tu tarjeta de crédito. Eso es tu pasivo.
3 -. Restá el total de tus pasivos del total de tus activos (2-1) y el resultado es tu patrimonio neto.
Si ese resultado (3) es menor a tus pasivos (2), la situación es mala. Por el contrario, si es mayor, estás a salvo.

Login

Welcome! Login in to your account

Remember me Lost your password?

Lost Password