Es tu plata, hacéte cargo

por EconomiaSOS – 20

Aunque batallamos fuerte acotar la brecha de género, ganar lo mismo que los hombres y tener igualdad de oportunidades en el acceso a puestos claves, en cuestiones puras de dinero, las mujeres tenemos muchos tabúes. Difícilmente ponemos un foco claro y preponderante en la plata. Y no está mal. Pero no hacerlo nos lleva la mayor parte de las veces a un manejo intuitivo de los recursos de los que disponemos, a ponernos metas de ahorro acotadas y a auto-limitarnos en nuestros planes y sueños. O peor: a delegar y ni siquiera hacernos cargo de lo que, en definitiva, es una amplia dimensión de nuestras vidas. Es que que las decisiones económicas, las de todos los días y también aquellas más trascendentes, persiguen, o al menos deberían perseguir, un objetivo preestablecido y personal. Una meta propia, a veces compartida, a veces no. Se trate de gastar, ahorrar, invertir o de trabajar o emprender un proyecto, todo paso está en línea con esas metas. Por eso,  no pensar en cuánto tenemos, cuánto queremos, cómo lo ganamos, cómo vamos a hacer para ganar más, cómo lo manejamos, cómo lo podemos manejar mejor, qué estamos dispuestas a ceder, qué no y qué queremos a cualquier costo no nos hace mejores mujeres, madres, esposas y amigas. Sólo nos hace menos maduras y más acomplejadas. Nos hace crecer menos. No plantearnos todas esas preguntas ni responderlas seriamente nos hace encajar en el formato social que decimos combatir y que, aunque está en mutación, sigue todavía vigente. No pensar y actuar en base a esas preguntas y respuestas hace, fundamentalmente, que gran parte de nuestra energía y esfuerzos en materia económica  se dispersen sin que los aprovechemos al máximo simplemente porque no tenemos clara nuestra hoja de ruta al respecto.

Las mujeres tenemos un manejo con el dinero práctico, intuitivo y emocional; a veces lo administramos peor y a otras mejor. Muchas veces nos equivocamos pero muchas otras tenemos grandes aciertos y, sobre todo, tenemos grandes virtudes. Por ejemplo, somos muy reflexivas y aun cuando el plan sea derrocharlo, investigamos la mejor forma de hacerlo; somos bastante cautelosas y podemos ser muy organizadas. Pero no solemos pensar en términos de ganancias y de lograr rentabilidades extraordinarias, hacer crecer seriamente un negocio, cualquiera sea. Esas pocas mujeres que sí tienen ese foco comparten, en líneas generales,  historias particulares en las que desde muy chicas se les ha alimentado una perspectiva diferente. Lo vieron en sus padres, más raramente en sus madres, y por imitación de unos y oposición a las otras, adquirieron miradas diferentes sobre el dinero y un vínculo poco usual. Pero son las menos. La gran mayoría de nosotras perdemos de vista, la mayor parte del tiempo, que casi todos nuestros más grandes deseos y proyectos tienen algún tipo de implicancia y hasta dependencia monetaria. Y eso es en lo que tenemos que trabajar no sólo para lograr igualdad sino, sobre todo, bienestar.

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