Los sí y los no del gasto para evitar problemas económicos

En épocas de vacas flacas, no queda más remedios que ponerse las pilas, tomar conciencia y evitar gastar más de lo que podemos. Sin embargo, es probable que eso no sea suficiente y que tengamos que aplicar algo de ingeniería financiera para esquivar problemas mayores en el mediano plazo. Por eso, a continuación una breve guía de qué hacer y qué no en tiempos difíciles como el actual.
Qué hacer
- La mejor forma de salir adelante en momentos difíciles es, antes que todo, tomar conciencia de la situación e identificar dónde nos está afectando más. Para hacer eso, no hay más remedio que ponerse revisar las cuentas de forma integral; por un lado, evaluar todos los gastos más grandes e imprescindibles hasta los gastos más pequeños e imperceptibles. Por el otro, analizar los ingresos. En ambos casos, es fundamental aplicar grandes dosis de realismo y recortar donde resulte efectivo. Es clave hacer proyecciones lógicas respecto de cuántos más ingresos vamos a necesitar en el futuro cercano para cubrir los mismos gastos que hoy tenemos.
- Como es probable que gastos e ingresos no estén creciendo a la par, es importante que aunque hoy te alcance e incluso te sobre un poco la plata tengas cuidado en los compromisos que asumís. Por ejemplo, puede que no sea un buen momento para empezar a pagar un viaje en cuotas o renovar dispositivos tecnológicos o hacer cualquier otro gasto que cotiza en dólares porque lo ideal estar cubierta de cualquier contingencia. Si estás bien cubierta, podés aprovechar promociones sin interés pero creer que el contexto general de la economía no va a afectar tu bolsillo es una fantasía
- Particulamente en contextos de exigencia y mal clima económico, lo peor que podés hacer es resignar ahorro, un fondo de contingencia de tres a seis meses de gastos fijos te deja dormir en paz.
- Si la situación ya se te complicó, tenés que decidir qué gasto estás dispuesta a resignar o definir un plan urgente para incrementar tus ingresos. La mejor estrategia para amortiguar ese impacto es anticiparte, prever los aumentos que van a llegar en las facturas, pagar por adelantado aquello que permita congelar el precio, buscar descuentos si se va a pagar en efectivo y no aceptar recargos por usar la tarjeta. Planificar el consumo y apuntar a un consumo inteligente es la mejor estrategia de defensa para nuestros bolsillos.
Qué no hacer
- Endeudarte. Por lejos, el mayor riesgo para las cuentas personales en momentos complejos es la deuda. Tomar deuda nueva (sacar un crédito personal, por ejemplo), incumplir con pagos de préstamos tomados o caer en el pago mínimo de la tarjeta puede dejarte secuelas de largo plazo.
- Tarjetear todo. La tarjeta de crédito es un instrumento de lo más habitual con el que debemos tener especial cuidado. Es muy útil para obtener descuentos o pagar en cuotas pero si además la usamos para tapar todos los agujeros que nos aparecen porque estamos cortas de efectivo, sin duda caemos en la bola de nieve del saldo impago. Financiarte con la tarjeta sólo te deja en peor situación que antes.
- Descuidar los pagos. No prestar atención y administrar inteligentemente tus pasivos (la deuda que ya tenés) puede ser un error enorme. Si tu deuda es a tasa variable, lo mejor es hacer el esfuerzo de achicar esa deuda lo máximo posible para que los mayores intereses apliquen sobre el menor capital posible. Si la tasa es fija, en cambio, y está por debajo de 30% anual, no hay necesidad de apresurarse ya que la inflación va licuando esa deuda. Eso sí, deberías estar seguras de que vamos a poder seguir cancelando esa deuda.