#Mujeresalfrente: 6 preguntas y respuestas sobre la brecha de género

por vporce – 15 marzo

1.       ¿El debate sobre la brecha de género es real o simplemente se puso de moda?

Es absolutamente real y se inscribe en el mismo proceso que comienza con el ingreso masivo de las mujeres a la fuerza laboral como el paso siguiente en el debate que se va gestando y que, en determinados momentos, encuentra disparadores que lo llevan a un primer plano más visible. Y es algo que pasa no sólo en la Argentina sino que por distintos motivos, está ocurriendo al mismo tiempo en diferentes lugares del mundo. En el caso de la Argentina, sin duda la primera marcha #NiUnaMenos visibilizó la cuestión de género con la violencia doméstica en un principio y luego el foco se fue ampliando. En Estados Unidos, fue Trump, con la primera marcha en su contra realizada por mujeres y en Europa, tal vez, el choque cultural producto de la inmigración también impacta desde otro lugar en la misma discusión.

2.       ¿Por qué el 60% de los ni-ni son mujeres?

Sin dudas, el descenso de la edad promedio en que las mujeres son madres en la Argentina -a contramano de lo que ocurrió en los últimos años en otros países de la región- es un factor determinante que engrosa el porcentaje de “ni-ni” mujeres. Porque las mujeres que ni estudian ni trabajan son, en una alta proporción, madres o cuidan hermanos menores en el hogar. Es decir que ocupan su tiempo en tareas domésticas, algo que hace el 90% de las mujeres en el país pero en mayor proporción. En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, más de 10% de las mujeres son madres entre los 15 y 19 años. Tienen falta de disponibilidad y recursos para avanzar en estudios o generar ingresos. 

3.       ¿Cuáles es el principal motivo de la disparidad entre salarios de hombres y mujeres?

No existe un sólo motivo aunque algunos. sin duda, son preponderantes. Por caso, la evaluación por parte de las empresas de las mujeres como un recurso más costoso, tanto por las licencias de maternidad como por la presunción de una menor productividad una vez que son madres. De alguna manera somos percibidas como una “inversión estacional y poco duradera”. Pero no es el único factor. En algún punto,a las mujeres nos pagan menos simplemente porque lo aceptamos. Los especialistas de recursos humanos aseguran que en la valoración de una propuesta de trabajo, el salario es para las mujeres una variables clave pero mucho menos determinante que para los hombres. Nosotras valoramos otros aspectos “blandos” como la flexibilidad, la cercanía al hogar, el equipo de trabajo, la relación con el jefe. Tenemos una mirada más integral que nos hace negociar peor el sueldo. Existen investigaciones, además, que indican que las mujeres no sólo mal valoramos nuestra capacidad respecto de la de los hombres sino respecto incluso a nuestros propios resultados. Sin duda, eso nos hace pelear el salario con menos convicción. 

4.       ¿Las desigualdades de género se profundizan de acuerdo a la clase social? ¿por qué? ¿cuál es el sector que más las sufre?

Evidentemente, los sectores más vulnerables son los que más sufren la desigualdad ya no tanto por la brecha salarial sino por las mayores dificultades de acceso al mercado laboral en cuanto a oportunidades de empleos de calidad. Sin ir más lejos, las estadísticas reflejan que la desocupación afecta más a las mujeres, sobre todo las menores de 30 años, con una diferencia de hasta 5 puntos respecto del nivel de desempleo entre varones. A medida que crece el nivel socio-económico y es mayor el acceso a la educación, esta inequidad disminuye pero aparecen otras, como la contradicción de que, incluso con una mayor preparación, las mujeres ganan 17% menos que un hombre en puestos gerenciales.

5.       ¿Las mujeres que ocupan cargos de poder promueven más políticas con perspectiva de género en el mercado laboral y la economía?

Lo mejor que podrían hacer esas mujeres es dar un ejemplo. Tal vez no se trata tanto de que promuevan políticas específicas con perspectiva de género, aunque sin duda son valiosas, pero también podría hacerlo un hombre (el presidente de Canada, Justin Trudeau, es el ejemplo más de moda). El aporte más valioso que pueden hacer esas mujeres es implementar un nuevo modo de liderazgo, que sirva de modelo para otras mujeres y contribuya a generar un cambio en las estructuras hacia abajo. Es cierto que aún son pocas las que llegan a presidentas, ministras o directoras de empresas, por lo que es razonable pensar que esos modelos seguramente irán apareciendo con el tiempo, con una mayor participación de las mujeres en esos espacios. Cuánto tiempo va a llevar y cuáles serán esos modos es, por ahora, un interrogante. 

6.       ¿Existen políticas públicas en torno a la cuestión de género?

Aunque por supuesto que siempre ayuda contar con políticas enfocadas específamente, a veces ni siquiera hace falta pensar en “políticas de género” para lograr mayor igualdad. Por ejemplo, las mejoras en infraestructura y transporte.  Esas medidas no pueden ser catalogadas bajo la etiqueta “de género” pero son esenciales para aumentar el tiempo disponible de las mujeres para trabajar sin prolongar la ausencia en el hogar. Claro que también hay medidas específicas, como las guarderías públicas gratuitas, que son altamente efectivas para mejorar las condiciones de las mujeres en el mercado laboral. 

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