Abril recargado para el bolsillo: misión sobrevivir a los aumentos

La llegada de abril no pasará este año desapercibida para el bolsillo: a partir del viernes 1 entrarán en vigencia nuevas tarifas para el transporte y otra suba a los precios de la nafta. Se trata de los dos principales precios que tendrán real impacto ese mes y que son, además,  mucho más generalizados que otros incrementos en los servicios públicos.Pero también entran en vigencia este mes otros aumentos cuyo impacto se sentirá en un par de meses, como el agua y el gas.

El aumento de 6% de la nafta, que pasará a costar en torno a $ 15,50 el litro de súper, implica un valor que medido en dólares, se ubica en el promedio de la región (esto sirve para explicar en parte por qué aun cuando el petróleo baja, la nafta sigue subiendo. En el sector aseguran que, a partir de este nuevo aumento, ya no habrá nuevas subas porque desaparece la necesidad de reacomodamientos, al menos hacia arriba) y regirá para todo el país mientras quela suba del transporte sólo aplica al Área Metropolitana de Buenos Aires. Sin embargo, su alcance será mucho mayor que la suba en la electricidad -que afecta principalmente a los hogares subsidiados de la Ciudad de Buenos Aires- ya que quienes viajen de la provincia a la Ciudad deberán el doble (de $ 3 a $ 6 pasa el boleto mínimo de colectivo y de $ 2 a $ 4 el de tren, según el ramal). Ambas “actualizaciones” de precios coincidirán con la llegada de las boletas de luz con la nueva tarifa, en promedio 500% más cara que las anteriores. Este combo será, de todos los aumentos que hubo y habrá en el año,  el que más se hará sentir en los bolsillos porque llega antes de que se produzcan los aumentos de sueldos por paritarias.

El problema es que hay más: también en abril entrará en vigencia una nueva tarifa de agua y se anticipa lo mismo para el gas (de 500% y 250% promedio respectivamente), en ambos casos con gran incidencia, otra vez, en los hogares subsidiados de la Ciudad. Pero lo cierto es que el efecto pleno para los usuarios se sentirá a partir de junio, cuando empiecen a llegar las facturas de estos servicios (que son bimestrales), cuando ya se hayan producido los incrementos salariales, junto con una menor impositiva por Ganancias y la baja del IVA a productos de la canasta para los sectores más vulnerables, en principio también comprendidos en una tarifa social). Es decir que, aun cuando el impacto en la inflación de las subas de agua y gas serán notorias, podrían ser más fácilmente de digerir que los incrementos que ya se están empezando a pagar. La clave es, lamentablemente, no relajarse demasiado apenas se cobra la mejora en el sueldo porque gastos esenciales que hasta ahora eran anecdóticos pasan a tener mayor peso en el presupuesto familiar. Saber que esto va a ocurrir obliga en muchos casos a sustituir consumos, dejando algunos gastos de lado.

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