Un plan de 5 pasos para poner tus cuentas en orden

por EconomiaSOS

Precios que suben y sueldos que van muy por detrás, la metáfora del ascensor versus la escalera que no falla. No hay presupuesto que aguante y, por supuesto, el nuestro menos. Es necesario encarar un ajuste ya. Atención: poner las cuentas en orden es clave pero es fundamental no sobrerreaccionar. No asustarse de más y afectar áreas clave de nuestra vida que luego cueste recomponer. Entonces ¿cómo encarar un plan de ajuste sustentable y lo menos doloroso posible?

Lo importante es la proyección que hagamos de nuestro futuro a mediano plazo. Mudarse o cambiar a los chicos de colegio son decisiones fuertes con alto impacto en nuestra vida cotidiana, algo que tal vez sea evitable si la situación mejora al cabo de un año o dos. En contrapartida, si ya hace varios años que las cuentas no cierran y los ingresos se consumen casi íntegramente en los gastos más básicos e imprescindibles –vivienda, salud, educación y alimentos-, entonces vale plantearse un cambio en el estilo de vida que imponga menos presión sobre esos gastos esenciales, liberando recursos para evitar el endeudamiento y también poder afrontar alguna emergencia. Una forma bastante clara es ponerle números no sólo a lo que tenemos sino a lo que nos falta. Un primer paso imprescindible para ajustar los gastos es poner metas. Calcular los gastos mensuales y definir en cuánto se pretende reducirlos. Claro que con inflación esto es una tremenda dificultad, con lo cual la forma eficiente en este contexto es plantearse las metas de reducción de gastos medidos como porcentaje de los ingresos. Por ejemplo, si se destina 20% de los ingresos a entretenimiento (salidas a comer, cine, teatro, espectáculos deportivos, etc), llevar ese importe a 15% o 10%. Ésa es la mejor manera, en definitiva, de visualizar el presupuesto mensual y saber en cuánto ajustarlo. En resumen, los pasos son:

  1. Calcular el total de ingresos promedio mensual
  2. Sumar el total de gastos mensuales y contraponerlo con el monto de ingresos, en forma de porcentaje. Definir una meta de reducción.
  3. Para resolver por dónde se logrará la reducción, sirve calcular qué porcentaje del ingreso se lleva cada categoría de gasto (el imprescindible, prescindibles pero de “calidad” y prescindibles “vacíos”) y apuntar a reducir ese porcentaje. Para seguir con el ejemplo de los gastos de ocio y recreación, con un ingreso de $ 20.000, el gasto en entretenimiento es de $ 4.000, se lleva el 20%. Si los ingresos aumentan a $ 25.000, esa cifra se iría a $ 5000 pero si mantenemos el gasto en el mismo nivel, entonces pasa a representar 16%. Si los ingresos no aumentan y la idea es reducir ese gasto a 15%, entonces habrá que recortar $ 1.000.
  4. La clave es definir de antemano qué gasto consideramos se está llevando un porcentaje elevado de nuestros ingresos, establecer qué porcentaje luce más razonable e ir ajustando en función de la variación de ingresos, no de la inflación de esos consumos.
  5. Este mecanismo ayuda a ir acomodando el presupuesto y a ajustarlo de manera realista respecto de la evolución de nuestros ingresos sin perder la proporción que creemos lógica de lo que debería insumir cada rubro.

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